martes, 15 de noviembre de 2011

KURT VONNEGUT - Las sirenas de Titán (1959)


¿Cómo nos afecta la lectura del libro de un autor amargado? No deja buen poso. No me refiero a que obligue a pensar al lector sobre lo sucio que es todo, porque no hace falta más que salir a la calle o escuchar un informativo. Hablo de un acto íntimo como es el de la lectura, de la absorción de los sentimientos agrios del autor durante los días en los que recorremos las páginas de la novela. Y es especialmente significativo cuando se trata de un texto que escogemos para llenar nuestro espacio de ocio, divertirnos, alejarnos de la dureza cotidiana y disfrutar. Era consciente de esto antes de adentrarme en la obra de Kurt Vonnegut. De hecho, tengo en mi casa
Matadero Cinco durmiendo el sueño de los justos desde hace años.

La verdad es que no debió serle fácil a Vonnegut, hijo de alemanes, vivir en EEUU en el periodo de entreguerras. Sin jugar a ser psicólogo, no es difícil aventurar que es probable que Kurt guardara desconfianza y recelo, un enorme desprecio por el género humano, y muchas ganas de revancha. Quizá por eso se alistó en el ejército para participar en la Segunda Guerra Mundial. La experiencia tuvo que ser terrible: participó en la batalla de las Ardenas, fue capturado en diciembre de 1944 y llevado a Dresde, que fue bombardeada por norteamericanos e ingleses. Sobrevivió en un sótano, mientras en la superficie la temperatura llegaba a los 1.000º C.  Luego los alemanes le encargaron de la recogida de los cadáveres. El regreso a EEUU tampoco fue fácil –en realidad nada lo es-, y tras un amargo paso por la Universidad de Chicago se dedicó a escribir. Es un lugar común recordar que Vonnegut negara sistemáticamente que fuera un escritor de ciencia-ficción. Da igual. Lo cierto es que utilizó el género para criticar duramente a la sociedad de su tiempo y al Hombre. Esto se ve en Las sirenas de Titán.

Vonnegut tenía un muy bajo concepto del ser humano, y el resultado es una novela amarga, con 588 páginas de sarcasmos (o las páginas que sean en tu formato para ebook), donde las personas no valen nada, y la gente se mueve por ambición, venganza o fanatismo. La decepción y el fracaso envuelven a los personajes, que acaban por ser traicionados por otros. Todos parten de una infancia o una juventud cargada de ilusiones, de bondad, pero la madurez, el contacto con la sociedad, los convierte en egoístas, hedonistas y despreciables.

La historia gira en torno a tres personajes: Malachi Constant, Beatrice y Rumfoord. El primero es el hijo inútil y volcado a los vicios de un padre al que apenas conoció y que consiguió su fortuna por azar, de una forma ridícula, no por el trabajo o la inteligencia. Es otra crítica social: el rico por casualidad es un ocioso. La segunda, Beatrice, es una aristócrata en el peor sentido de la palabra: altiva y ridícula, cuya mejor etapa fue su infancia –representada por un retrato con un caballo blanco- que fue obligada a casarse con otro millonario, Rumfoord. Este último es el malvado de la novela. Su fortuna le permite viajar en el tiempo y a otros planetas, lo que le convierte en un “ser superior” para la gente. Su ambición y deseo de venganza le llevara a manejar a la Humanidad, ya sea en su vida privada, o con la guerra y la religión. Así, Vonnegut no deja títere con cabeza: critica el dinero, pero también a todos los grupos sociales, sus valores y creencias, mostrando un enorme desprecio por el género humano, como en el episodio de la vida en Marte, que es muy de la época en la que fue escrita la novela, y en el que se muestra el manejo de la gente como si fueran máquinas de trabajo y guerra, y su sacrificio inútil.

La clave está en Titán, donde están las tres sirenas, que no son más que tres esculturas. Allí vive Rumfoord, con su perro Kazack y un robot procedente de otro planeta. En esta relación está todo el misterio que encierra la novela, y que da sentido a la vida de los personajes y en realidad de la Humanidad entera. Incluso la misión del robot, estrellado en Titán, y que guarda un mensaje secreto para el Hombre, se revela como absurda. Es como la respuesta de Pensamiento Profundo a la pregunta sobre el sentido de la vida, “42”, y la construcción de la Tierra para dar una respuesta más acertada, pero sin la gracia que pretendía Douglas.

El eje de la novela es lo absurdo de la existencia y, en consecuencia, lo insignificante de la vida humana, de sus sentimientos, pensamientos y aspiraciones. Vonnegut intenta mostrar la banalidad de la vida de unos millonarios, su estupidez e inmoralidad, al tiempo que hace lo mismo con el resto del género humano: manejables, ignorantes, mezquinos, salvajes e idiotas. No sólo el dinero es producto del azar y del engaño, sin ningún valor en sí mismo, sino también las religiones. Rumfoord, un millonario egocéntrico y ambicioso, inventa una Iglesia, la Iglesia de Dios el Absolutamente Indiferente. Porque Vonnegut deja ver que en el caso de que Dios exista pasa de los humanos, de sus plegarias, obras y guerras. La existencia, la vida en sí misma es un absurdo. Y para que quede claro, llena su novela de sarcasmo, y cuenta que toda la historia humana ha estado dirigida para que alcanzar un nivel de desarrollo tecnológico adecuado para llegar a Titán. No diré por qué.

4 comentarios:

  1. Uy, la forma en que la cuentas da una idea de lo que sentiste al leerla y al terminarla de leer. Yo cuando la leí no la analicé bajo los aspectos de crítica a la religión y al ser humano de la forma en que tú la has visto, aunque sin duda es imposible que esta forma de expresarse de Kurt pase desapercibida. La novela me gustó, me pareció muy buena, aunque sólo sea una burla hacia el ser humano. No sé si Kurt estaba amargado... pero es necesario burlarse, reírse más bien, de nosotros mismos, es un gran paso para mejorar. Es lo que pienso.

    Saludos!

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  2. El mejor libro que he leído en toda mi vida

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  3. Lo leí a los 17, luego a los 27 y 37. Sigo creyendo que es el mejor libro que he leído en toda mi vida.

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